domingo, 13 de septiembre de 2009

Carta de Septiembre de Elsa Punset


Leido en la página de Elsa Punset
Septiembre 2009
Philip Lombardo fue compañero en la infancia de Stanley Milgram. Ambos nacieron y crecieron en un ambiente conflictivo que les llevó a dedicar sus vidas a intentar comprender las raíces del mal. Sus experimentos en psicología social han conmocionado al mundo porque desvelan por qué las personas normales y corrientes son capaces de cometer los actos más crueles. Cuando tenemos la libertad de elegir las situaciones en las que entramos o que evitamos, normalmente nos dirigimos a las familiares donde nuestros hábitos aprendidos nos permiten desenvolvernos bien. Cuando nos empujan a situaciones completamente nuevas, los viejos hábitos ya no funcionan y somos vulnerables a las fuerzas de la situación, tales como la dinámica de grupos para conformarnos, la dilución de la responsabilidad de nuestros actos, la deshumanización de otros, los sentimientos de anonimato y pérdida de necesidad de rendir cuentas, entre otros. Podemos entonces hacer cosas que nunca hubiésemos imaginado que pudiéramos hacer sin las influencias sociales de ese momento y lugar.
Dice Lombardo: “Propongo que cada uno de nosotros tiene una triple posibilidad: ser pasivo y no hacer nada, volverse malo o llegar a ser un héroe. Yo admiro a los héroes cotidianos como personas normales que hacen cosas extraordinarias. Ser un héroe tiene sólo unos cuantos elementos clave: actuar cuando otros son pasivos; ser menos egocéntrico y estar más preocupado por el bienestar de los demás y estar dispuesto a hacer un sacrificio personal para ayudar a otra persona, a una causa o a un principio moral. Los niños nacen con plantillas mentales para hacer cosas buenas o malas dependiendo de las influencias del entorno. Los niños que crecen en guetos, en zonas de guerra, en familias maltratadotas viven contextos muy distintos de los niños en entornos privilegiados, no porque tengan cerebros inferiores o personalidades patológicas sino por las fuerzas negativas del entorno que actúan sobre ellos. Es tarea de los adultos crear entornos vitales en los que jueguen, estudien y trabajen en lo que desarrolle lo mejor de la naturaleza humana.”

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